S.I.V.A.I.N.V.I. (Sistema de Insulina Variable Automáticamente Inyectada para VIvir)
Hoy InsulinRock nos habla de las etiquetas. De cómo “diabético” ha dejado paso a “con diabetes”, y gracias a las nuevas tecnologías, a veces ni siquiera eso.
Hace ya unos cuantos años cayó en mis manos una guitarra eléctrica. En aquella época yo me definía como “punk”; pantalones militares, camisetas oscuras con monstruos, melena al viento… en aquella época tenía 15 años y es en esa adolescencia donde tratamos de buscar nuestro sitio uniéndonos a comunidades afines a nuestros gustos.
A medida que fui aprendiendo a tocar la guitarra me di cuenta que el punk era muy simplista y mis gustos evolucionaron, de manera que directamente mi autodefinición pasó de “punk” a “rockero”. Pero ahí no acaba la cosa. Cuando algo me apasiona con fuerza, siempre trato de indagar hasta lo más profundo de ese algo y dar con sus orígenes; tal vez por eso casi acabo estudiando historia en lugar de enfermería.
El caso es que, siguiendo esa pulsión mía llegué hasta el blues; Robert Johnson, Son House, Skip James, Jhon Lee Hooker… Se acabó, ya no soy “rockero”, ahora soy “bluesman”. Y venga a dar la lata con los slides hechos de bottleneck y las canciones con el típico patrón I, IV, V pero ¿qué le vamos a hacer? yo había decidido que el diablo azul de la melancolía (blues) caminara conmigo.
Fue cuando entré en la universidad que me compré una vieja guitarra española y aunque al principio hacía sonar en ella todo el rock y el blues que había aprendido, acabé experimentando con sonidos que le pegaban más a ese tipo de guitarra. La música mexicana llegó a mí en aquella época de la mano de Chavela Vargas y fue entonces que me arrimé a los boleros, los valses, los corridos… Juan Gabriel, Vicente fernandez… ok, yo creo que eso de ser “bluesman” se ha quedado viejo, ahora soy “mexicano”; incluso deformé mi apellido “Camacho”, ahora soy “Chamaco” para los amigos.
Esa etapa duró algún tiempo hasta que escuché Sueño con serpientes de Silvio Rodriguez y decidí que la mejor forma de expresarse era a través de la música de autor. Dejadme solo, que ahora soy “cantautor”.
Fue más o menos en esa época que, de repente, algo pasó y me ingresaron en el hospital.
— Pues resulta que eres diabetico.
— No puede ser, hace unos meses era mexicano, pero en este momento soy cantautor.
Era la primera vez que otra persona, que no era yo, se encargaba de colocarme la etiqueta, pero estaba claro que yo no iba a saber más que aquellos señores vestidos de blanco.
Tenía que acostumbrarme a esta nueva vida; cuidado con las hipoglucemias, llevar siempre algo de absorción rápida, las insulinas, los pinchazos en los dedos…
Un momento, ¿Que me tengo que pinchar en los dedos entre 3 y 6 veces al día? hice los cálculos y no me salían muy bien las cuentas…”si me pincho 5 veces y tengo 10 dedos”… Además tenía que seguir tocando la guitarra y más en aquel momento de incertidumbre y desazón, pues esta siempre fue mi válvula de escape.
Entonces tomé una decisión que mantengo a día de hoy; pincharme en los brazos. La primera vez que alguien me preguntó que qué hacía pinchándome en los brazos le dije que “llevo más años siendo guitarrista que diabetico” y, oye, que no es una cosa que yo me haya inventado; muchos pinchadores traen adaptadores para pincharse en zonas alternativas como los brazos, muslos o la cara interna de la palma de la mano.
Al principio, cuando tienes diabetes, no le echas cuenta a esos pequeños detalles, pero a medida que pasa el tiempo tienes mayor capacidad analítica. Actualmente sigo tocando la guitarra, y toco desde rock hasta carnavales, desde Los Delicuentes hasta Rammstein y el hecho de deshacerme de esas etiquetas pueriles consiguió que rompiera todas las barreraspara de esa forma poder disfrutar de cualquier música que me guste o me inspire.
Hace unos años que dejé de ser “diabetico”, simplemente “tengo diabetes” cuando me da una hipoglucemia, cuando tardo un rato en comer porque tengo que calcular las raciones en una comida nueva o, ¿por qué no? cuando tengo que ir al centro de salud para recoger los insumos; de la misma forma que cuando me pongo un disco de Hendrix, soy rockero o me vuelvo flamenco con Camarón.
Pero de este discurso anti-etiquetas hay algo que me asusta. Y es que, no hace mucho, charlando con un colega sobre todo esto, ambos, que llevamos sistemas integrados, llegamos a una conclusión y es que “nos sentimos más cyborg que diabéticos” ya que gracias a la tecnología, le dedicamos menos tiempo a la diabetes y por tanto, “tenemos diabetes” durante muchísimo menos tiempo.
¿Será este el principio de una nueva etapa en mi vida, una etapa de transhumanismo ciberpunk al más puro estilo de Ghost in the Shell o Neuromante?