La noche y el día, por Jedi Azucarado
No todas las diabetes son iguales. Y ni siquiera la misma diabetes es siempre igual. Es algo que os hemos apuntado alguna vez en nuestras redes sociales y artículos, y sobre lo que hoy reflexiona Óscar López de Briñas (Reflexiones de un jedi Azucarado).
La manera de ser es una especie de D.N.I. de nuestro carácter que se va forjando con el paso de los años. Como reza el dicho popular, cada uno somos de un padre y una madre. Y eso nos afecta en nuestra vida en cada cosa que hacemos y en cada paso que damos.
Ser de una manera implica que tomemos unas decisiones y no otras. Que temamos unas cosas y no otras. Que racionalicemos de una forma y no de otra. En definitiva, que cada uno entendamos la vida de una manera diferente.
Y, como es lógico, la diabetes también se ve alterada por nuestra forma de ser. A lo largo de los más de 25 años que llevo intentando aportar para los demás en este mundo de la salud, he conocido a muchas personas con la misma patología que yo. Y he podido compartir momentos con muchas de ellas en mayor o menor medida. Y hoy os quiero, sencillamente, recordar que en diabetes, al igual que en la vida, cada uno la vivimos a nuestra manera… y todas ellas son válidas.
Tradicionalmente (y creo que como a la mayoría de las personas con diabetes) la hipoglucemia ha sido uno de mis grandes miedos en el día a día. Ese pavor a caer en picado, a encontrarte mal en el momento más inoportuno, a perder incluso el conocimiento… era una amenaza constante en mi cabeza.
Pero con el paso de los años descubrí cómo muchas otras personas (sin perderle el merecido respeto que merece) no vivían ese miedo, no se sentían limitados, no sobrevaloraban esa potencial situación.
Asimismo, otros aspectos que yo he podido sentir (como una tendencia a mantener horarios en las comidas, sin duda, herencia del pasado y de aquellas insulinas inflexibles) también he comprobado con el tiempo que no era algo experimentado por todos. Y que muchas personas disfrutaban de su día sin importarles si se acercaba o no la hora de comer. Y si comían a las cuatro de la tarde no pasaba nada. O que incluso si un día no comían, tampoco colapsaba el universo sobre sí mismo, como sí ocurría para mi.
Hoy la tecnología nos ayuda cada día, pero por ejemplo algo tan simple como salir a la calle sin un sensor puesto ni un medidor capilar en el bolsillo es aún para mi un motivo de estrés. Recientemente pude vivir esa misma situación con otra persona con diabetes en las mismas circunstancias. Ambos sin posibilidad de medir nuestra glucosa. Pues mientras yo pasaba mi estrés particular, la otra persona lo vivía con una tranquilidad total por la confianza que tenía en las decisiones que había tomado antes de salir de casa, y por la seguridad que tenía en todo lo que hacía para gestionar su diabetes.
Otro ejemplo: una comida con más personas con diabetes en la mesa. Una está preocupada por tener una glucemia pre- comida demasiado alta y otra, ante otra glucemia similar, no se altera lo más mínimo.
Ambas tomando unas medidas iguales para solucionar esa situación. Ambos ejemplos que son dos caras para una misma moneda. La noche y el día.
Debemos ser capaces de gestionar sin estrés las muchas situaciones que se pueden plantear en el día a día y que se salen de nuestra zona de confort; de nuestro Excel mental. Pero a lo largo de los 37 años que llevo con diabetes, he vivido muchas más situaciones como estas y que me han hecho darme cuenta de que, por un lado, las cosas no son siempre como yo pensaba. Y por otro, de que hay muchas formas de hacer algo, y todas ellas pueden ser válidas.
Todo esto: ¿qué permite concluir? Creo que muchas veces tendemos a pensar que lo que estamos haciendo es “El camino” (como dicen en la serie “El Mandaloriano”), y no, no hay UN camino. Hay muchos. El Mandaloriano no tiene razón para nada. En diabetes -como enfermedad vitalicia que es- debemos procurar siempre una máxima por encima de todo: la paz mental. Y con eso presente hay que hacer que las cosas no nos generen estrés.
Si suceden cosas que nos sacan de nuestro camino prefijado, hay que entender que el nuevo camino puede ser válido también. O, si no nos gusta, saber encajarlo y gestionarlo sin estrés hasta tomar de nuevo nuestra ruta favorita. Tras conocer a tantísimas personas con diabetes y conocer la vida de muchas de ellas, me resulta curioso (y enriquecedor) darme cuenta de que las diferentes formas de ser también nos conducen a una diferente forma de llevar nuestra diabetes en el día a día.
Pero a pesar de que hay personas que somos como la noche y otros como el día, todos tenemos la capacidad de una correcta gestión de esta enfermedad.