La diabetes en los perros
¡Nuestras mascotas también tienen diabetes! Y además puede ser tanto de tipo 1 como de tipo 2. ¿Sabes cuál es la única diferencia con los humanos? Que mientras que en nuestra especie es más común la diabetes tipo 2, en ellos predomina la tipo 1.
Y es que los perros suelen llevar un mejor control de la alimentación y el ejercicio físico, por lo que la diabetes tipo 2 es menos común. Pero no por ello debemos descuidar su estilo de vida, ¡como el nuestro! Especialmente si tu perro es macho, ya que tiene un 30% más de probabilidades de desarrollarla.
¿Cómo podemos detectar si nuestro perro tiene diabetes? Lo ideal es no esperar a detectar los síntomas, para detectarla cuanto antes y evitar complicaciones. Así, al año de vida podemos hacer un análisis de sangre a nuestra mascota, para detectar si tiene diabetes tipo 1.
Para la tipo 2, o diabetes 1 tardía, debemos estar pendientes de unos síntomas que quizá te resulten familiares: apetito desmesurado junto a pérdida de peso, y sed constante junto a orina frecuente. ¿Te suena de algo?
Por supuesto hay síntomas más evidentes, cuando la diabetes ya está afectando a la salud del perro de forma más severa: hipoglucemias, ceguera, vómitos, convulsiones, abdomen hinchado...
¿Y qué hacemos si diagnostican diabetes a nuestro perro? Pues básicamente haremos lo mismo que cuando se nos diagnostica diabetes a los humanos: cuidar la dieta, procurar tener una vida activa y con ejercicio, y seguir los consejos del profesional de la salud, en este caso el veterinario, que pondrá un tratamiento a nuestro can (probablemente con insulina).
Se buscarán alimentos de digestión lenta, para que las curvas glucémicas no sean pronunciadas, y ricos en elementos que los fortalezcan, y les ayuden a producir insulina.
Aquí lo importante es controlar cuánto come el perro, ya que si no se termina su parte, habrá que variar la dosis de insulina en consecuencia. Por eso, lo mejor es que se acostumbren a comer a una hora determinada, y que se les retire el cuenco si no comen más. De este modo, aprenderán que lo mejor es comerse toda la ración, ya que no tienen la opción de “dejarlo para luego”.
Y, como con los humanos, ¡ojo con las hipoglucemias! Debemos realizarles mediciones si les vemos muy ansiosos o irascibles, o vemos que realizan movimientos extraños, andan erráticamente… si tras la medición vemos que están bajos, les daremos algún extra de glucosa que nos haya recomendado el veterinario.
¡También podemos hacer la diabetes más fácil para ellos!