Double check, por Jedi Azucarado
Hoy Óscar López de Briñas (Jedi Azucarado) nos habla sobre la hipervigilancia de la diabetes. ¡Y es que la tecnología debe servir para preocuparnos menos, no para estar más pendientes que antes!
El llamado double check es la marca de verificación que en las conversaciones de Whatsapp nos permite saber que la otra persona a la que escribimos ha recibido nuestro mensaje. Algo así como quedarse tranquilo, porque sé que mi interlocutor ya tiene mi mensaje en su teléfono. Saber que lo que he dicho no caerá en saco roto perdido por el infinito éter de la nube. Quién sabe si lo último que dije no le llega y eso provoca una ruptura en el hilo de la conversación que acabe haciendo por un efecto mariposa que el universo colapse sobre sí mismo.
De vez en cuando nos gusta encontrar algo que nos dé paz, como el calmante double check. Porque hoy vivimos permanentemente agobiados y estresados. Vivimos agarrados al móvil, queriendo saber, queriendo que el otro a quien hablamos nos conteste inmediatamente. Queriendo que lo que acabamos de comprar por internet llegue en 24 horas y si puede ser, en menos. Queremos que todo sea inmediato porque el móvil nos hace pensar que todo es tan fácil como las posibilidades que nos brinda. Un aparato paradójico que nos permite hacer de todo, pero de igual modo también nos convierte en estresados y maniacos. Algo que nos facilita la vida, pero a la vez nos genera estrés y otorga una dosis de ansiedad a nuestra vida.
Curiosamente, y de igual modo que con el móvil y el Whatsapp, en nuestra diabetes también hay situaciones en las que sin darnos cuenta queremos encontrar esa calma en esta vida abrumadoramente tecnológica. Especialmente si hablamos de algo que desde que entró en nuestra diabetes lo cambió todo: los sensores de glucosa. Algo que nació con el objetivo de dar paz. De restar dependencia. De quitar vigilancia.
De reducir la ansiedad del no saber. Pero que curiosamente con los años se ha ido convirtiendo en dependencia. En una especie de mono. En algo que no podríamos quitar de nuestra vida a día de hoy. Y en algo que también está generando en muchas personas una excesiva vigilancia.
Personalmente, yo preferiría que me quiten un dedo de la mano antes que mi sensor de medición continua de glucosa. Lo digo en serio. Ya no puedo vivir sin él. Y cuando alguna vez me quedo sin sensor durante horas por algún problema puntual, realmente lo paso mal. Pero lo que me hizo pensar fue cuando hace unos días decidí ponerme un segundo sensor en el otro brazo porque el “principal” tenía ciertas lagunas en sus mediciones, dejando de medir continuamente como debería. Al estar conectado a una bomba de insulina, quería estar seguro de que estaba funcionando bien, porque de sus mediciones dependía la infusión de mi bomba. Y decidí ponerme otro sensor de otra marca en el otro brazo. Y ese fue mi double check de Whatsapp. Para quedarme tranquilo. Pasé de tener una a dos mediciones de glucosa simultáneas. Así pude comprobar que el sensor principal estaba funcionando bien. Y por la calle… haciendo deporte… en el trabajo… antes de las comidas… siempre tenía esa verificación, ese double check: el sensor 1 medía y el sensor 2 lo corroboraba. Era algo así como los sistemas de redundancia que se establecen en informática para la salvaguarda de datos en el entorno empresarial.
¿Una exageración? Sin duda. ¿Patológico? Espero que aún no. Pero fue la demostración de que como decía más arriba, hoy ya me siento incapaz de prescindir de esta tecnología. Sin embargo, lo peor de todo fue la sensación que me quedó cuando terminó la vida de ese segundo sensor.
Al quitármelo, empecé a notar que me faltaba algo. Desconfiaba del sensor que me quedaba (el principal). Estaba menos tranquilo que cuando llevaba dos. Por suerte, sé reequilibrarme mentalmente de este tipo de dependencias e hipervigilancias porque ya las viví hace muchos años, antes de la era tecnológica que vivimos hoy.
Así que mi conclusión es que creo que siempre queremos más. Más y más tranquilidad en nuestra vida con diabetes. Antes queríamos un sensor. Luego quieres dos ¿Qué será lo próximo? Mejor no saberlo.
De momento, he desactivado también el double check de mi Whatsapp. Si mi interlocutor lee mi mensaje mañana o quizá no le llega nunca, el mundo seguirá dando vueltas. Como mi diabetes, que seguirá haya lo que haya para gestionarla y controlarla. Pero siempre con la cabeza en su sitio.